miércoles, 9 de junio de 2010

PALOMA TORCAZ

Paloma torcaz (Columba palumbus)


Es la mayor de las palomas de amplia difusión. Su longitud es superior a los 40 cm y su envergadura alar es de 75 cm. Pesa hasta 500 g.



Hábitat
Vive en oquedades, así como en sitios cerrados y bosques delimitados. En algunas ciudades la paloma torcaz se ha convertido en el ave más común y más confiada de los jardines, mientras que en otras falta por completo.

Reproducción


A lo largo de todo el verano se puede observar el vuelo de celo de la paloma torcaz: el palomo despega de la copa de un árbol, remonta el vuelo y a continuación se deja caer en un brusco planeo. Los vuelos ascendentes y descendentes se ordenan sucesivamente para cubrir el rodeo del territorio del nido, que acaba en las inmediaciones del árbol de despegue.

En las palomas de los jardines se puede observar también el reclamo sobre el suelo: el palomo da ágiles saltitos detrás de la paloma, inclinándose gravemente. Al mismo tiempo despliega su cola y murmura sordamente "ruuj" seguido de algunos brincos dados con ambas patas.
A primera vista, la multiplicacion de la paloma torcaz es escasa, dado que únicamente pone dos huevos. Pero crían varias veces, empezando en abril y terminando en agosto, disponiéndose fácilmente para otra puesta cuando ha perdido una nidada.

El nido es una bandeja plana de leña menuda, en lo alto o en la parte baja de un árbol, dispuesta tan dispersamente de forma que es transparente. Está ubicado normalmente en la zona de las copas de pinares espesos o de nuevas plantaciones.
La paloma hembra incuba a diario desde las 4 de la tarde hasta las 8 de la siguiente mañana, hora en que el palomo la releva con gran puntualidad. En realidad, el incubar supone para estas aves la liberación natural de una tendencia. Las palomas incuban y dan calor muy concienzudamente; si se les asusta en el nido, suelen abandonar la incubación. Es una precaución evidentemente eficaz, puesto que la puesta posterior tiene de nuevo todas las posibilidades de permanecer oculta y libre de problemas.
La incubación dura de 15 a 18 días. Los pollos permanecen en el nido durante 3 ó 4 semanas.
Los pichones son alimentados, como en el caso de las demás palomas, con leche del buche paterno y con semillas, por lo general dos veces al día, por la mañana y por la tarde.

Dieta
Como aves forestales, las palomas torcaces encuentran su alimento (piñones) durante el año en las piñas colgadas o caídas en el suelo. En otoño comen también bellotas, que rompen de las ramas y tragan en teras. En invierno cogen yemas, demostrando ser unas grandes gimnastas, en las puntas de las ramas, aunque dan la impresión de ser aves bastante pesadas. En horas tempranas se desplazan a los campos y picotean semillas de gramíneas.
Donde se reúnen en bandadas resultan perjudiciales y son combatidas cada vez más por iniciativa de los labradores.
La paloma torcaz es una de las pocas aves que ha aumentado en casi toda Europa desde los años de la postguerra, junto con la tórtola turca, la gaviota reidora común, la focha común y otras especies. Todas ellas son aves de tamaño mediano, debiéndose atribuir su expansión a la desparición de sus enemigos naturales, que son el azor, el halcón común y el
zorro.
Cuando beben no levantan la cabeza, sino que succionan el agua como si sorbieran mediante una pajita.




Vida y costumbres


Los pichones, que todavía con el plumón son tomados y criados por la mano del hombre, se aproximan y relacionan estrechamente con él. La crianza no es difícil si se dispone de papilla,s pero requiere mucha dedicación y tiempo. Sólo hay que meter el pico del polluelo de paloma en una papilla bastante líquida, para que la vaya ingiriendo a sorbos. Pero si el polluelo ya tiene plumas rechazará con aletazos cualquier intento de aproximación.














En el sur de Francia, donde la migración otoñal de palomas se concentra en un estrecho paso migratorio al sortear los Pirineos, las palomas torcaces se suelen cazar con redes.








En general, las palomas en las ciudades se están convirtiendo en una verdadera plaga. Transmiten enfermedades del aparato respiratorio a los humanos y sus heces son sumamente corrosivas, llegando a dañar edificios históricos. Dada su gran capacidad de reproducción en entornos humanizados, no deberían ser alimentadas por el hombre para evitar el desequilibrio ecológico a que dan lugar.







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