domingo, 22 de febrero de 2009

Buitre Leonado.

















Gyps fulvus
El buitre leonado (Gyps fulvus) es una de las mayores rapaces que puede encontrarse en la Península Ibérica, superando en envergadura (hasta 260 centímetros) incluso al águila imperial ibérica. Junto con el buitre negro, el quebrantahuesos y el alimoche (en verano), es una de las pocas especies de buitres que pueden verse en Europa, pues se le puede encontrar en España, Portugal, zonas aisladas de Francia (donde ha sido reintroducido) e Italia, buena parte de los Balcanes y Crimea. El resto de su distribución abarca varias partes de África septentrional y Asia occidental, desde Turquía, Arabia y el Cáucaso hasta las estribaciones del Himalaya y el noroeste de la India.

Descripción
En la base del cuello se encuentran una serie de largas plumas blancas y leonadas, a modo de gorguera. En el dorso, parte anterior de las alas y vientre, el plumaje es de color canela. En el resto del cuerpo el plumaje es pardo oscuro.

El pico, pardo por arriba y amarillo en los bordes, es ganchudo y arranca largas tiras de carne con facilidad. Las patas son grises y bastante débiles, pues no necesitan capturar presas como las de las águilas y halcones.

Hábitat
Las zonas habitadas por los buitres leonados suelen ser montañosas, aunque en el llano cualquier cantil vertical o extraplomado de más de 50 metros e inaccesible les sirve de buitrera o lugar de descanso, En las zonas montañosas recortadas por profundos valles en los donde se producen brisas ascendentes y anabáticas producidas por el calentamiento de las laderas orientadas al sol.

Cuando el día es térmico, al amanecer, suelen verse en los bordes de los acantilados y barrancos orientados al noreste-este, a la espera de que haga el calor suficiente para poder ganar la altura suficiente para rebasar las crestas y las cumbres. Durante el mediodía suelen aprovechar las rutas apoyadas en relieves orientados al sur y suroeste, para posteriormente apoyarse cuando el sol declina en las laderas oeste y noroeste, horas en las que se empiezan a producir las ascendencias restitutivas, y aprovechando de las distintas condiciones aerológicas han podido recorrer centenares de kilómetros, y dependiendo de la bonanza aerológica de la jornada pueden sobrevolar el llano o sólo mantenerse sobre los relieves montanos, siendo grandes conocedores no sólo del vuelo ascendente sino de las rutas y los vientos apropiados a las distintas alturas para trazar sus recorridos. Al atardecer vuelven a sus refugios, pequeñas repisas situadas preferiblemente bajo un techado de roca y protegidas de los vientos, donde pasan la noche, incuban el huevo cuando es época y sacan adelante a sus crías.

En España son una especie sedentaria que se puede ver todo el año, pero las poblaciones de otros lugares a veces emigran al sur para invernar y vuelven a sus lugares de origen para reproducirse.

Comportamiento
El buitre leonado es un ave planeadora más que voladora, pues apenas mueve las alas en el aire. Prefiere levantarse sobre corrientes ascendentes que se corresponden con fenómenos aerológicos como la convectividad térmica, ascendencia dinámica o termodinámica, la convergencia de brisas, la restitución, la onda de montaña o las cuñas de aire frío de carácter meteorológico que levantan grandes masas de aire caliente, pasando horas volando entre alturas de 1.800 a 3.500 metros sobre el nivel del mar, aunque en días excepcionales puedan llegar a los 6.000 metros sobre el nivel del mar y recorriendo desde 50 kilómetros a 300 kilómetros dependiendo de la potencialidad convectiva del día, a la búsqueda de animales muertos (especialmente grandes mamíferos) de los que alimentarse.

Alimentación
El buitre está especialmente adaptado para alimentarse de carroña: su potente vista localiza cualquier cadáver en las cercanías, y cuando desciende para alimentarse (formándose entonces aglomeraciones importantes de buitres, de forma muy rápida, donde no faltan las peleas por las mejores tajadas), introduce sin problemas su cabeza y largo cuello, provistos únicamente de un plumón corto en el que la sangre y la carne no se adhieren fácilmente.

Reproducción
Los buitres leonados entran en celo en los meses de diciembre a abril. En ese momento forman parejas estables y pasan unos 58 días incubando su único huevo, en turnos de entre un día o dos cada uno. Posteriormente se turnan con la misma frecuencia para dar de comer a su cría. El polluelo crece a un ritmo bastante lento, pero constante. Al contrario que otras aves, si no recibe la cantidad precisa de alimento, no puede retrasar su crecimiento y muere de inanición. Las crías emprenden su primer vuelo hacia el mes de julio, pero siguen manteniéndose una temporada cerca del nido hasta que creen que ha llegado el momento de independizarse. A los cuatro o cinco años de edad se aparean por primera vez.

Estado de conservación
Aunque no se considera una especie especialmente amenazada, el buitre leonado es un ave protegida en varios países. En otros tiempos los ganaderos perseguían y mataban a los buitres por considerarlas aves de mal agüero, que amenazaban al ganado próximo a parir.

En la actualidad, el buitre leonado ha visto reducido su alimento en Europa desde que las normativas de la UE prohíben el abandono de ganado muerto en el campo, sobre todo a partir de la crisis de las vacas locas. Dada la escasez de grandes ungulados en este continente como ciervos, gamos o muflones debido a la caza y la desaparición de los bosques, las carroñas dejadas por los pastores constituyen una parte importante de la dieta de este animal.

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